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2. Una sociedad con una ética de la responsabilidad

(A) Hayque superar el facilismo y las simplezas en la política con respecto a la cosa pública. Este Nuevo Eje Humanista y Reformadorva más allá de lo trivialyde las modas del momento. Desde él no se reduce la ética al campo de lo privado, mientras en lo público prevalece un paradigma tecnocrático. Se mantiene la distinción entre un concepto del bien común, donde predomina la ética, y otro concepto del interés general, donde predomina lo técnico, lo económico o lo instrumental.

(B) Para nosotros el bien común debe guiar el interés general.Si no es así, los comportamientos se relativizany los vicios públicos se refuerzan: el abuso del poder, la corrupción, las mezclas indebidas de lo público y lo privado,con sus evidentes secuelas en el mundo ciudadano, tales la apatía y el desencanto tan característicos de nuestras sociedades.

(C) La gran diferencia del pensamiento político que nos sitúa en el Nuevo Centro Humanista y Reformista con otras formulaciones recientes es que éste se sustenta en principios y valores. No concibe ser individualista en lo económicoy relativista en lo cultural oindividualista en lo económico y conservador en lo cultural.Supera la dicotomía de la ética política moderna entre el utopismo, que postula un futuro ideal al que sacrifica el presente, y el maquiavelismo, que reduce cualquiera aspiración ideal a un cálculo de oportunidades pragmáticas. Asumir esta Nueva Orientación Humanista y Reformista comporta vivir una ética de la responsabilidad. Ésta se propone, con paciencia y tenacidad histórica, hacer posible lo necesario, forjando un camino de realizaciones hacia un horizonte de esperanza, la esperanza en un mundo más libre, más próspero, más equitativo y en profundidad más fraterno.

(D) Su visión articulada no responde a una agenda comunicacional. Responde más bien a la voluntad de vivir y compartir esa esperanza, posibilitando una vida buena para más y más hombres y mujeres, partiendo de los hombres y mujeres comunes y corrientes, que constituyen la sustancia viva de nuestros pueblos