Creo en el hombre y en la mujer, complementos básicos de la familia y la unidad social, y asociados en el esfuerzo común de la sociedad.
Creo en la santidad de la vida y en el derecho inalienable del individuo y del grupo social a la libre expresión, elección y creencias.
Creo en la democracia como manifestación de la voluntad del individuo y de la sociedad en los asuntos públicos y comunitarios, con una participación efectiva y activa del ciudadano a los niveles nacional, provincial y municipal, mediante un sistema escalonado que garantice sus libertades fundamentales y le permita desarrollar en forma mayoritaria sus aspiraciones.
Creo en la justicia social garantizada por la Constitución y las leyes, donde todos cuenten con oportunidades adecuadas de vivienda, alimentación, educación y cuidado de la salud, y donde la sociedad socorra al desposeído y asista al necesitado.
Creo en un sistema de beneficencia pública que dé oportunidades y no limosnas; que provea los recursos mínimos, junto con programas de capacitación, superación y empleo.
Creo en el bien común y en el orden social, con pleno respeto del individuo, y la propiedad e iniciativa privadas.
Creo en la sociedad como defensora de las buenas costumbres, protectora del individuo frente a la delincuencia, la represión y la agresión, y capaz de tomar decisiones políticas, económicas y sociales mayoritarias, siempre que al hacerlo no atente contra las libertades fundamentales y los derechos humanos internacionalmente reconocidos.
Creo que, dentro de este contexto, el ser humano, que se autoproclama señor de la creación, tiene la obligación insoslayable de preservar la naturaleza y la vida para las generaciones futuras.
[Resolución aprobada en el IV Congreso del PDC de Cuba, 1994]